Asesinos sin rostro, de Henning Mankell

La primera novela de la serie de libros protagonizada por Kurt #Wallander, el solitario inspector creado por la imaginación de Henning #Mankell. 

Un crimen violento que acaba de forma especialmente cruenta con la vida de dos ancianos mientras dormían constituye el núcleo del libro. Un crimen aparentemente sin sentidoUn crimen producido a principios de los 90 del siglo pasado cuando la globalización estaba empezando a desarrollarse de forma generalizada en el mundo tras la caída del muro de Berlín.

Es un libro que define los traumas que acompañan a Wallander durante toda su serie: las difíciles relaciones con su hija, el divorcio no asumido de Mona y la incomprensión de su padre por haberse dedicado a la policía; y sus desordenes alimenticios y excesos con el alcohol. Y también, por qué no recordarlo, el toque enamoradizo que es una constante en las primeras novelas de la serie. Desde este punto de vista tiene un punto de intimismo.

Mankell fue un autor que exprimió la realidad del mundo cambiante después de 1989. Es algo que está muy presente en esta primera novela. Por ello, esta novela se sitúa en el momento del estallido del mundo nuevo sin fronteras, de emigraciones masivas, de conflictos culturales entre la parte más tradicional de la sociedad y los nuevos llegados. Y esta realidad abre la puerta de la narración a un crimen paralelo en la novela, que ocupa muchas páginas en los medios de comunicación y que genera una gran alarma social. Un factor complementario que abre un nuevo interrogante en la vida de Wallander: sus relaciones con los medios de comunicación.

Este mundo nuevo que estaba naciendo hace que un inspector de una pequeña ciudad del sur de Suecia, en la comarca de Escania, Ystad, habitado a pequeños crímenes y peleas de borrachos, se tenga que enfrentar a un asesinato duro, a problemas de inmigración ilegal, de refugiados, de asilo. En definitiva, como dice a lo largo de la novela en varias ocasiones, unas situaciones para las que no estaba preparado y en las que se tiene que reinventar, saliendo de su zona de confort. Nada comparable, sin embargo a lo que le espera en las siguientes.

El crimen es, además, la oportunidad para visitar una parte tormentosa de la historia de Escandinavia: las relaciones con el nacionalsocialismo. En efecto, a lo largo del libro habrá de examinarse el pasado de la víctima, y cómo aparecen unas turbias relaciones, una situación económica contradictoria con la contención de gasto que tenía en el día a día y, en definitiva, una vida paralela en el sentido más estricto del término.

Todo lo anterior configura una novela que llena desde el comienzo, que seduce al lector y que es una formidable puerta de acceso a esta serie protagonizada por Wallander. 

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