De mi último viaje a Puerto Rico me traje este presente de una de las estudiantes del Master que imparte la UCM en la isla y que ha resultado una lectura muy interesante para el conocimiento de la historia de Puerto Rico y el mantenimiento de ese oxymoron que es el Estado libre asociado con Estados Unidos. Se trata del libro de José Paralitici, Historia de la Lucha por la Independencia de Puerto Rico.

Recordemos que el estatus jurídico de Puerto Rico, de acuerdo con el derecho de los Estados Unidos, es el de territorio no incorporado. Detrás de dicha expresión se abre un régimen jurídico especial cuyos elementos básicos son los siguientes: desde el punto de vista de la ciudadanía, los nacidos en la isla son ciudadanos norteamericanos (desde 1917, con la aprobacioón de la Jones Act), sirven en el ejército, votan en las primarias pero no pueden elegir al Presidente de los EE.UU. ni tiene representantes con voz y voto en el Congreso estadounidense. La ausencia de representantes en el Congreso se palía institucionalmente mediante la figura del Comisionado Residente que tiene voz (pero no voto) ante la comisión correspondiente del Congreso. Como no es un Estado soberano, no puede emitir moneda ni puede pedir ayuda directamente al FMI ni dispone de todos los instrumentos de los  para pedir ayuda financiera.

El libro tiene el formato de crónica. Bien documentada, agotadora con la cita de personas, lugares, acontecimientos y movimientos; explicativa de los problemas que ha tenido el independentismo en sí mismo. Dicho de otro modo, no es una historia de Puerto Rico sino que está centrada en los sectores independentistas.

Es, por último, una crónica del independentismo desde el independentismo. Y, por ello, es una obra que es un lamento a lo que pudo haber sido y no fue y a lo que dificulta que en el futuro sea: la República de Puerto Rico.

Puerto Rico no tuvo líderes que reclamaran la independencia en el momento mejor para obtenerla, en 1898 cuando la separaron de España. En ese momento, nadie lo planteó e incluso se señaló ante las autoridades estadounidenses que no había ningún tipo de reclamación en este sentido. Los  independentistas relevantes de la época estaban fuera y su máximo representante, Betances, murió en el exilio en París, precisamente el 16 de septiembre de 1898. En el período posterior, la figura de De Diego, el máximo adalid del independentismo es bastante contradictoria entre su visión política y la económica, en donde estuvo con las empresas estadounidenses.

Un dato relevante que diferencia lo ocurrido en Puerto Rico de lo acaecido en Cuba o Filipinas, las otras conquistas estadounidenses en esa etapa de anexión imperialista. Con ello, Puerto Rico se aproxima a Hawai o Guam, también arrebatadas a nuestro país. De hecho, bajo el dominio español, sólo cabe recordar la pequeña revolución de 1868 – el Grito de Lares – en que se proclamó la república independiente y democrática de Puerto Rico.

Por cierto, conviene recordar que esa separación de España supuso para la isla una pérdida de autonomía considerable por contraposición a lo que habían tenido bajo la dominación española. Igual que perdió producción económica agrícola por la gestión interesada que hicieron los estadounidenses y que eliminaron buena parte de la tierra cultivable de la isla.

Si se examina el libro se observa cómo durante todo el periodo ha latido el debate entre independencia y proyecto político. El peso preponderante de este último en cada uno de los grupos, partidos, asociaciones ha sido un dato que ha dificultado sobremanera la articulación de la presión política sobre la independencia de Puerto Rico. De hecho, podríamos recordar que la historia que nos explica Paralitici en su obra no es desconocida entre nosotros. Fue lo ocurrido durante la Guerra Civil en donde a la tensión por ganar la guerra se añadió la de hacer la revolución. Al final, ni lo uno ni lo otro.

Cuando se aborda el problema del estatus jurídico de Puerto Rico, la omnipresente presencia estadounidense es el factor determinante. No sólo en el momento inicial de la invasión y posterior instauración de un Gobierno militar, sino durante todo el periodo. Posiblemente, resulte relevante ver cómo la situación geográfica de Puerto Rico (ubicada a la misma distancia de Venezuela que de Florida, y controlando, por tanto, todo el acceso al Caribe) constituye un factor central para los estadounidenses y cómo hizo que se fuera incrementando la presencia militar en la isla. Pero, al mismo tiempo, el libro es una historia de la represión de las autoridades estadounidenses sobre la oposición, a pesar de que nunca hubo un movimiento insurgente de importancia. La Matanza de Rio Piedras es un ejemplo que se cuenta en el libro, igual que otros.

El autor termina con una esperanza derivada de la situación de crack económico en la que se encuentra la isla  (cuyos orígenes se han de remontar al propio régimen que se impuso a la isla, comenzando por la supresión de ciertos productos que hacían competencia a los de EE.UU.) y la imposición de la Junta de Control Fiscal, una figura que ha incrementado el control de los estadounidenses sobre la economía puertorriqueña. Eso sí, ni los problemas con la Ley de cabotaje (que incrementa el precio de las mercancías que salen de Puerto Rico) ni la mala negociación del NAFTA ni un régimen sustitutivo de la eliminación (consentida por el Gobernador Roselló, en la carta que remitió a las autoridades federales) de los beneficios fiscales ni los acuerdos con Irlanda que perjudican a Puerto Rico están hoy sobre la mesa; ni siquiera en este libro independentista. Podríamos añadir que ni la gestión de los huracanes del año pasado y la muy deficiente ayuda estadounidense.

Es indicativo de que hoy no es la preocupación de la población de la isla. O por lo menos que no han sido capaces de encontrar un vehículo para su exteriorización. Posiblemente porque, como ya he señalado con anterioridad, se trata de un movimiento disperso y que no ha sido capaz de articular un discurso político que aglutine a la ciudadanía. Y ello a pesar de que el fracaso del Gobernador Roselló en su referéndum sobre el estatus jurídico de la isla (en el que la participación no llegó ni al 25%, con menos votantes de los que le auparon a la Gobernación). Y las claves de por qué esto es así se pueden encontrar en este libro de Ché Paralitici.

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