Tras el éxito de Berta Isla, llega Tomás Nevison, el otro integrante de la pareja. Una pareja complicada por la actividad de Tomas, agente de los servicios secretos británicos, lo que motiva que la relación tenga demasiadas intermitencias. En este caso, además, la misión encomendada nos conduce al terrorismo de ETA y del IRA y las relaciones que existían entre ambas organizaciones terroristas.

Básicamente, para no hacer spoiler, se trata de una misión de reenganche en donde el protagonista ha de descubrir cuál de las tres mujeres cuya foto le muestran ha sido miembro activo de ETA y del IRA, y que está detrás de alguno de los atentados más sangrientos de las bandas. Un descubrimiento que ha de hacer en una pequeña localidad imaginaria, Ruán, donde, como tapadera, ha de ser profesor de inglés.

A partir de aquí, la novela tiene la lentitud que precisa una actividad de descubrimiento en donde tres personas son posibles acusadas (con el fin de “sacarlas del cuadro”). Una lentitud en la que se recrea el autor haciendo un ejercicio de literatura, de reflexión sobre aspectos de la vida y de crítica del terrorismo; sobre elementos colaterales que aportan poco al desarrollo de la trama y que sirven para explicar su considerable extensión. Y, de hecho, aspectos relevantes de ésta quedan diluidos, a pesar de que podrían aportar mucho a su desarrollo.

Si comparamos esta lentitud en la trama para la observación y descubrimiento y la comparamos con “El topo”, de John Le Carré, donde hay un objetivo similar, vemos que no es realmente necesario. 

De hecho, hay una descompensación en la relación del protagonista con las tres sospechosas que resulta poco explicable. Como tampoco resulta razonable que una de ellas esté espiada solo en un plano rudimentario. O que Tomás tenga fallos de principiante en el análisis de la documentación que encuentra en uno de los domicilios. Como tampoco resulta lógico que se le permita quedarse a solas en el domicilio de una de las vigiladas. Podrían reseñarse otros, pero con esto resulta suficiente para entender cuál es la crítica que se hace a la novela. 

El problema que tienen las segundas partes de la sagas, sobre todo en los casos en los que el primer volumen fue un éxito, es el de que el autor puede tener la tentación de dar por concluido el relato sin la visión crítica que hace falta después de dejarlo reposar durante algún tiempo. Imagino que son las presiones editoriales las que contribuyen a que esto pase. En todo caso, de Marías se espera otra cosa. Desde luego, no es una de sus mejores novelas.

En su descargo, la labor de documentación para una novela de espías es especialmente complicada. Por ello, los autores que han estado en los servicios secretos juegan con una clara ventaja. Los problemas de articulación de trama (parecidos a los de finalización de Berta Isla), son, eso sí, responsabilidad única del autor.

Posiblemente todo lo anterior se podría subsanar diciendo que la trama no es lo que interesa al autor sino el dilema moral de acabar con la terrorista. Pero aunque sea relevante en dos momentos de la novela, tampoco es un elemento que aparezca como el hilo conductor del libro.

Novela

Autor: Javier Marías

Editorial Alfaguara

Marzo 2021

688 páginas