La primera novela de Ana Martínez Muñoz, Valencia Roja, es esplendorosa. 

Un festival de cine porno sirve de enganche para introducirnos en dos submundos, el de la prostitución y el propio del cine porno, por un lado, y el de los grupos integristas que se les oponen. En este cuadro conviven pervertidos, explotadas, ingenuos, personajes públicos, cooperadores necesarios, arruinados y una sucesión de crímenes a cada cual más atroz y que vienen con mensaje. Literal. Y en medio de todo ello, una comisaría que acaba de volver a Valencia después de una ruptura sentimental y a la que sus compañeros la miran con pasión y prevención.

El cóctel descrito puede resultar desastroso o adictivo. EL tiempo narrativo, la intensidad del relato, la originalidad de la escena, los juegos con la psicología de los personajes y la capacidad de dar una vuelta más hacen de Valencia Roja un libro excelente, Imprescindible para los amantes del género. Eso sí, te tienen que gustar las novelas duras.

El libro entronca, también, con dos elementos muy actuales de la novela negra española: está escrita por una mujer y es dura desde la perspectiva de lo narrado.En efecto, al igual que ha ocurrido en Escandinavia, un grupo de mujeres están haciendo la mejor novela negra española, sin tapujos y con una imaginación desbordante.

Pero además son novelas duras. Duras en los crímenes, que muestran las mayores perversiones del género humano y que son descritas sin omitir detalles. Ahorro al lector de esta reseña los elementos que aparecen en ella, porque forman parte de su estructura. Y dureza también de las relaciones personales que están en sus protagonistas, ya sean los buenos o los malos.

Por último, es una novela muy bien escrita, después de su paso por la Escuela de Escritores. Una novela vibrante, de capítulos cortos y acción continua, que engancha al lector desde el comienzo al final.

Como apunte último, es también una novela de Valencia, de sus bares, de sus restaurantes y sus ambientes.