La llama de Focea es la última novela de Lorenzo Silva en la serie Chamorro-Bevilaqua.
La trama es bien sencilla. Una joven, Queralt Bonmatí, cuya familia es cercana al independentismo catalán, es asesinada en el Camino de Santiago, cerca ya del objetivo final. Todo ello después de un inicio de travesía que resultó bastante accidentado. Un crimen que sirve de excusa para una novela peculiar.
De entrada, se puede decir que es, esencialmente, una novela sobre Bevilaqua que tiene un crimen en la retaguardia para ganar cierto impulso narrativo. Su inseparable Chamorro no es una protagonista central del libro y, de hecho, no es quien acompaña al uruguayo en el viaje sobre el que se articula parte de la resolución del caso.
Es, en este sentido, un libro sobre la historia de Bevilaqua en los tiempos de los Juegos Olímpicos, cuando estaba destinado en Barcelona; de los momentos previos contra Terra Lliure, sobre sus amores con Anna y el divorcio y el nacimiento de su hijo; sobre las corruptelas que tuvo a su lado. Sobre su inocencia.
La última novela de Lorenzo Silva en la serie Chamorro-Bevilaqua es irregular en su desarrollo. No obstante, a lo largo de las páginas va ganando en consistencia narrativa y en interés de las historias que componen el puzzle.
Pero aquí entra la parte que no terminé de encontrarle sentido. Es una novela que gasta muchas páginas en Terra Lliure y, sobre todo, en el independentismo catalán actual, que resulta tan forzado como que ha de encontrar su engarce en el padre de la víctima.
Y, en este sentido, es una novela en la que el autor salda cuentas con el procès, lo que aporta poco más que la disquisición personal sobre el particular, parecida a la que se lee en cierta prensa madrileña. Y, por ello, carente de interés en este libro.
La novela, como decía antes, gana a medida que pasan las primeras 150 páginas, en donde el autor rebaja el comentario político y se concentra en la trama criminal, enlazando pasado y presente de forma muy consistente. Bien se puede decir que hay dos novelas en una.
La resolución del crimen y la articulación de la investigación entra en territorio conocido dentro de las novelas de Silva. Posiblemente, explicado de forma mucho más liviana a lo que se ve en otros libros de la saga. Posiblemente aquí hubiera necesitado un poco más de elaboración.
Pese a todo, un libro de lectura fácil, agradable y recomendable.