EL ATAQUE DE HAMAS A ISRAEL Y SU NUEVO PESO GEOPOLÍTICO.

Hamás ha atacado Israel. No es la primera vez, ni será previsiblemente la última. En esta ocasión, sin embargo, hay factores complementarios que la hacen extraordinariamente importantes: el número de ciudadanos de Israel fallecidos o secuestrados es muy numeroso, tanto como las víctimas palestinas en la represalia. Se ha entrado en cuarteles del ejército israelí y se han eliminado algunos de los materiales que se guardaban allí. Dicho de otro modo, han dispuesto por vez primera de tecnología que les ha permitido burlar la seguridad de Israel, lo que ha generado inseguridad y humillación. El lenguaje bélico no aventura una pronta conclusión.La evolución de los hechos la podrán seguir por los medios de comunicación. 

Las consecuencias son imprevisibles. Sin duda, servirá para cohesionar aparentemente a Israel. Desde el punto de vista palestino, tal como señala Luz Gómez hoy, el Presdiente de la Autoridad Nacional Palestina, Abbás, “sabe que la situación en Cisjordania es insostenible, esto es, que la ANP no puede reducirse a ser un mero cuerpo represivo al servicio de Israel”. De hecho, en las últimas elecciones universitarias que hubo en Palestina, barrió Hamás.

No es la primera ocasión en la que el problema palestino aparece en este blog. En esta ocasión hay elementos diferenciales en la valoración que se ha hecho desde el mundo occidental: hay acuerdo en una crítica sin fisuras a Hamás y en aplicarle represalias. El dolor palestino parece menor que el dolor israelí, de tal manera que las vidas humanas valen diferente.  Un planteamiento, que recuerda el del ojo por ojo judío, que parece que olvida de dónde se viene y que hay una única solución para el problema. No hay, no se ve, un análisis ponderado de lo que está ocurriendo en el día a día de los palestinos, a pesar de que están padeciendo el terror. Dicho de otro modo, estando en contra de la violencia, y abogando sin discusión por la solución dialogada de los conflictos ¿qué solución hay para los palestinos hoy?

El problema procede del propio origen del Estado de Israel, con ese “mito fundacional” cuya fuente de autoridad es la Torah (y todos sabemos lo que es un mito), la Declaración Belfour (que proviene de la carta firmada por el ministro de Relaciones Exteriores británico Balfour al millonario Rotschild, un líder de la comunidad judía en Gran Bretaña) y la fundación del sionismo internacional, (movimiento de carácter colonialista fundado a final del siglo XIX, impulsado del periodista y activista político Theodor Herlz) un análisis de los tres nos llevaría a pensar que es humo, pero la realidad es que han sido capaces de crear un falso discurso para legitimar la creación de un Estado y la ocupación ilegal de Cisjordania, Gaza y Jerusalén. De hecho, en 1870 no había casi judíos en el territorio ahora ocupado por Israel sino que llegaron en sucesivas oleadas desde finales del siglo XIX.

Proviene de la división del Imperio Otomano después de la I Guerra Mundial y el “reparto” que hicieron franceses e ingleses, que, como en tantas ocasiones, destrozaron los equilibrios territoriales entre las poblaciones originarias de los territorios. 

Balfour declaration

Deriva de lo ocurrido después de la II Guerra Mundial y el papel geoestratégico de la zona, que transformó a Israel en el Estado 51 de los EE.UU. Es consecuencia de las sucesivas amnistías internacionales a Israel en su política imperialista que ha dejado a la población palestina en las peores condiciones posibles. Se puede pensar que es un mero recordatorio histórico, pero es la causa de un problema que no se quiere afrontar en la actualidad, sobre todo teniendo en cuenta el carácter languideciente de la ONU.

Y la consecuencia resulta clara: hay un perdedor: el pueblo palestino, más allá de sus errores tácticos y de estrategia. Al que está padeciendo el apartheid hay que tratarlo como víctima.

Lo ocurrido estos días es la consecuencia indirecta de la nueva política de alianzas que ha impulsado el Gobierno estadounidense para Israel, que ha incluido a Arabia, Marruecos o los Emiratos Arabes. Pero, al mismo tiempo, es co

Lo que resulta intolerable, desde la perspectiva europea, el posicionamiento a favor de Israel en este episodio del conflicto.De hecho, bien se podría decir que, en este momento, está incumpliendo el artículo 5 del Tratado de la Unión Europea, cuando señala que “en sus relaciones con el resto del mundo, la Unión afirmará y promoverá sus valores e intereses y contribuirá a la protección de sus ciudadanos. Contribuirá a la paz, la seguridad, el desarrollo sostenible del planeta, la solidaridad y el respeto mutuo entre los pueblos, el comercio libre y justo, la erradicación de la pobreza y la protección de los derechos humanos, especialmente los derechos del niño, así como al estricto respeto y al desarrollo del Derecho internacional, en particular el respeto de los principios de la Carta de las Naciones Unidas”. Lo que está haciendo en este momento es legitimar ocupación israelí de los territorios palestinos y las consecuencias del apartheid.

Roberto Mesa, uno de los grandes estudiosos del problema, publicó un libro en 1994, Palestina y la Paz en Oriente Medio, cuyo mismo título expresa una idea que se reitera en sus párrafos finales: que el examen de los hechos, desde 1947 hasta los acuerdos de 1993, confirma “que el corazón de Oriente Medio era y es Palestina “. Lo que supone, como agrega seguidamente, que en las múltiples acciones de Estados e instancias internacionales en ese periodo existe otra constante: que “la solución justa y duradera pasa indefectiblemente por una solución global para toda la región, para todo el Oriente Medio” y su punto central es el arreglo de la cuestión palestina y las relaciones de un Estado palestino con el Estado de Israel. Pese a los años habidos desde su publicación, la respuesta se mantiene. Lo que ocurre es que, en este momento, la vía del diálogo está cegada, especialmente en el bando israelita, amparado en la nueva geopolítica de la zona y el histórico apoyo de los EE.UU., y por ello, el problema quedará sin solución. Agravado, posiblemente, por actores como el régimen iraní, tradicional enemigo de Israel y EE.UU. desde 1979.