Primero fue la pelea por la eliminación de Huawei del mercado, mediante la restricción de acceso a componentes, a aplicaciones y finalmente limitaciones para presentarse en el suministro de infraestructura de red; objetivo que se ha encontrado un nuevo impulso en los últimos meses. Ahora le toca el turno a TikTok, la empresa a través de la cual personas de todo el mundo, incluidos los Estados Unidos, aspiran a transformarse en influencers y que está en la parte final del proceso para la prohibición de uso en los EE.UU.

En ambos casos han sido razones de espionaje de ambas empresas, lo que se ha presentado como motivación por los Gobiernos de Trump y Biden para limitar la actividad de ambas empresas. En ambas ocasiones se trae a colación la normativa de la República Popular China que obliga a entregar los datos que se requieran por el Gobierno de Xi Jinping. 

Una normativa que, en sus aspectos esenciales, no es nada diferente, por otra parte, a lo que ocurre con la CLOUD Act estadounidense (aprobada en el momento de la lucha contra el terrorismo tras los atentados del 11 de septiembre de 2001), que obliga a los operadores de CLOUD (Microsoft, Google y Amazon esencialmente) a la entrega de datos a las autoridades estadounidenses, con independencia de donde estén situados los servidores, incluidos los que Google y Amazon están instalando en nuestro país.

Posiblemente resulte una casualidad, pero ambas acciones se han producido en el momento en el que ambas compañías estaban alcanzando una posición preeminente en el mercado estadounidense, limitando la expansión de las empresas de allá… que necesitan componentes fabricados en China, por cierto y que se pretende su elaboración en territorio estadounidense.

Más allá de este factor colateral, el problema central es qué ocurre con nuestros datos. Cuándo, en el ámbito europeo se sigue confiando en los servidores de Amazon, Google y Microsoft por los proveedores de servicios a particulares, empresas y administraciones públicas ¿se es consciente de que dichas empresas no son seguras porque la legislación de dicho país no lo es? No es más que la constatación después de dos resoluciones del Tribunal de Justicia de la Unión Europea declarando que Estados Unidos no es territorio seguro? Sólo el Gobierno francés ha prohibido el uso de Microsoft (aplicaciones y servidores) para sus servicios.

Desde luego, más allá de la publicidad de Apple de que lo que hay en el iPhone se queda en el dispositivo ¿sabemos qué datos, vía Android o Windows ha podido llegar a algún lugar desconocido, público o privado? 

Es la combinación diabólica entre el capitalismo de los datos personales y el gran hermano orweliano versión 3.0., ya sea el estadounidense o el chino. Y, en el fondo, detrás de esta lucha late la pregunta de si hay espías buenos y espías malos. Lo que parece claro es que es un nuevo tipo de espionaje en el que nos sentimos huérfanos de John Le Carré, adaptando al serio George Smiley en un personaje parecido a la Lisbeth Salander de Stieg Larson.

Dicho de otro modo, realmente el ciudadano se enfrenta a ser vigilado, por alguna de las dos superpotencias actuales, y a que la vida que tiene en su dispositivo sea susceptible de ser vista por alguien que no estaba previsto.

Y, en este contexto, hay que ser conscientes también de que nos encontramos ante una manifestación de la guerra líquida del siglo XXI. Sólo a alguien como Putin, anclado en la concepcion territorial del mundo de la guerra fría, se le puede ocurrir invadir un país.

La guerra soft, la que no se ve pero se practica a diario, es la que está detrás de las medidas de coerción económica contra las empresas chinas que se están comiendo el mercado. Es una cuestión de innovación y en la que China parece que tiene muchas papeletas de ganar.

Las actuaciones del gobierno estadounidense contra Huawei y TikTok constituyen, por tanto, una actuación de defensa de la empresa estadounidense (Facebook y sus Reels que compiten con TikTok) y un intento de luchar por la hegemonía cultural (que, por cierto, no parece muy puesta en discusión cuando al TikTok de China, denominado Douyin, no se puede acceder desde el resto del mundo). Y es una guerra de poder entre Estados Unidos y China, de la que estamos viendo sus escarceos y que dará lugar a un mundo diferente.

Si nos aventurásemos a intentar predecir quienes son los candidatos a ser las próximas empresas en el ojo del huracán estadounidense me atrevería a pensar en  WeChat y Xiaomi. Todo dependerá de la cuota de penetración que alcancen. 

Mientras, a la ciudadanía solo nos queda ser conscientes de que por mucha normativa de protección de datos que tengamos, los datos de tu móvil no se quedan en tu móvil (insisto, salvo la publicidad de Apple).