QUE GOBIERNE LA LISTA MÁS VOTADA

Una de las ideas más estrambóticas de esta (pre) campaña electoral es la de que “gobierne la lista más votada” en todo caso. Una manifestación del cuñadismo político que no resiste el más mínimo análisis y sobre el que Feijoo ha sobreactuado en el debate llegando a dejar un papel con esa propuesta.

Desconoce, de entrada, que la forma de configuración constitucional del Gobierno exige la mayoría de votos. 176 en primera vuelta, mayoría simple en segunda. Solo con los votos de la lista más votada (de acuerdo con lo que dicen las encuestas) no se llega. Y por tanto hay que desactivar al oponente.

En efecto, se requiere la abstención o el voto favorable del segundo partido. Dado que una Grosskoalition (PSOE-PP) seria inviable en nuestro país teniendo en cuenta la separación del marco cultural de derecha izquierda, razonable y que habla bien de la riqueza del país. La diferencia entre ambos es sideral analizando cualquier aspecto de gestión pública: energía, educación, universidades, cultura, impuestos… y no digan lo del gobierno tecnocrático porque sabemos que puede ser de derechas o de izquierdas. La técnica no está reñida con la ideología. De hecho, en ambos lados del espectro político hace falta.

Más aún, con la oposición total del PP a las políticas del Gobierno de coalición ¿cree alguien que se puede pactar un programa de gobierno?

En términos de credibilidad ¿cómo quedaría el PSOE? De hecho, el coste para el PSOE sería muy grande en pérdida de militancia y de apoyo popular. Lo ocurrido con el PASOK en Grecia es la prueba mejor.

Por tanto, la única vía es la abstención. La abstención permitiría formar Gobierno, sí. ¿Y cómo se gobierna? ¿Cómo se aprueba el techo de gasto? ¿Y la ley de presupuestos? ¿Y las demás normas? ¿Con la abstención? Dicho de otro modo, lo que está proponiendo Feijoo es desactivar al segundo partido durante los cuatro años de legislatura a la espera de una mayoría absoluta en las siguientes elecciones, fruto de que el abstencionista ha sido penalizado por el electorado por su falta de oposición. Es una idea perfecta para el PP, que recuerda a la de la paralización de la renovación del CGPJ durante cinco años, esperando una nueva mayoría que le favorezca.

La perspectiva del PP me resulta lógica en la idea de tomar el poder pero no desde la de gobernar. Desde este punto de vista, investir un Presidente del Gobierno tiene un indudable valor político, pero para que se pueda desarrollar la acción política precisa un instrumento esencial: los presupuestos generales del Estado. Sin ellos no se puede hacer nada de lo que uno tiene previsto: la inacción de Ayuso en la última legislatura es la prueba palmaria.

Hablemos con claridad: nuestro sistema es parlamentario, lo que exige que haya una mayoría de votos para legislar y gobernar. Y gobernar exige un programa de gobierno con propuestas que reciban el voto favorable de las Cortes Generales. Y pactar un gobierno es algo sano que pone a cada uno ante lo que es capaz de asumir. Y no vale decir que pactara con VOX porque no tiene más remedio. Lo hace porque está de acuerdo con las políticas que están en ese programa común de gobierno. 

O dicho de otro modo, el mantra absurdo de que gobierne la lista más votada es el comentario del cuñado de la cena de navidad que dice que gobierne quien gane sin saber que el sistema constitucional es más complejo. Así que, por favor, dejen de confundir a la ciudadanía.