La prensa pública estos días la renuncia de Geoffrey Hinton, uno de los padres de la Inteligencia Artificial, como Vicepresidente de Google. Según explica en diversas entrevistas es la necesidad de alertar ante sus riesgos y el mal uso que se pueda hacer de ella lo que le ha llevado a tomar esta decisión. 

Tanto, que afirma que hoy la situación es de absoluto descontrol: “este nivel de planificación y gestión no está ocurriendo, a pesar de que en los últimos meses los laboratorios de IA han entrado en una carrera sin control para desarrollar e implementar mentes digitales cada vez más poderosas que nadie, ni siquiera sus creadores, pueden entender, predecir o controlar de forma fiable”.

En este sentido, afirma que entre los riesgos se encuentran estos: “La generación de noticias falsas ya está causando grandes divisiones en la sociedad. La eliminación de ciertos tipos de trabajo tendrá un impacto en el empleo. Aumentará la disparidad de riqueza entre los ricos y los pobres. Esos son algunos de los peligros inminentes, aunque yo no me centro en esos, sino en otro de carácter existencial. Hace poco me di cuenta de que el tipo de inteligencia digital que estamos desarrollando podría ser una forma de inteligencia mejor que la de los cerebros biológicos. Siempre pensé que la IA o el aprendizaje profundo intentaban imitar el cerebro, aunque no podían igualarlo: el objetivo era ir mejorando para que las máquinas se parecieran más y más a nosotros. He cambiado de postura en los últimos meses. Creo que podemos desarrollar algo que es mucho más eficiente que el cerebro porque es digital”.

Bien, todo lo anterior es cierto. No es, de hecho ninguna novedad. Realmente entra dentro del pensamiento naïf que no pudiera ocurrir algo así; sobre todo teniendo en cuenta el modelo económico que se está desarrollando sin cortapisas en este mundo de globalización neoliberal.La frontera técnica, que no filosófica, es la creación de inteligencia más depurada de la humana. Y a partir de ahí todo lo demás. De hecho, cabrá preguntarse en unos pocos años si sueñan los androides con ovejas eléctricas, por coger el título de la novela de Dick que dio origen a Blade Runner. 

Hoy, que estamos a las puertas de que sea posible, el investigador que ha estado dirigiendo el proyecto científico que ha dado como resultado este modelo de Inteligencia Artificial se da cuenta de que su expansión  generará una nueva lucha de clases en donde la humanidad en su conjunto puede estar en manos de criaturas más inteligentes…artificiales, salvo unos pocos que tengan en su poder las claves de funcionamiento. 

Se vean o no androides en el futuro, desde luego se están desarrollando soluciones tecnológicas que permitirán un control social de la población, que deje pequeño el de Orwell en 1984. El social score a que me he referido en otra ocasión será mucho más sencillo. No se piense que estoy en contra del avance tecnológico.

De hecho, en los últimos días se ha visto una nueva manifestación del impacto que tendrá la Inteligencia Artificial. El nuevo buscador de Google incorpora un modelo de inteligencia articula, con un logaritmo que primará los artículos que se escriban con dichos procedimientos. Una forma de maximización de beneficios pero, al mismo tiempo, sólo supondrá una censura a otras formas de trabajar.

Aclaro que el nuevo buscador no se puede utilizar en Europa por contradecir el Reglamento General de Protección de Datos.

El problema es que, pese a las consecuencias positivas de la inteligencia artificial, hará un mundo peor salvo que no se adopten soluciones radicales ahora. Las consecuencias de la civilización, de la inteligencia y de la aplicación de soluciones científicas, nos llevan a la barbarie; en un periodo extraordinariamente breve, entre cinco y veinte años. 

 

Todo lo anterior era totalmente previsible sin limitar el desarrollo capitalista. El socialismo con rostro humano que se reclamó en la época soviética se ha de expandir a un capitalismo con ese rostro, aunque dudo mucho que sea posible. Todo ello, aunque no podamos obviar que buena parte de los grandes avances tecnológicos ha sido derivada de la “tecnología de doble uso”. El propio internet tiene su origen y estructura descentralizada en una invención del ejército estadounidense. 

La privatización de la investigación científica ha llegado a su máximo exponente y hoy coloca a la humanidad ante riesgos de consecuencias imprevisibles. Ya no son películas, es el mundo de mañana. Cuando se implora la participación pública en la regulación (con poca fe) ¿está el Estado depauperado por la externalización y la privatización en condiciones adecuadas para regular y ejecutar lo regulado? Esto es un problema de técnica pero también de filosofía, mucha filosofía que ha faltado en la globalización neoliberal.

¿O aquí también se van a crear comités para crear las condiciones mínimas para regular el marco previo que anticipen normas voluntarias por el ejercicio de vetos de los que ustedes ya saben? ¿O vamos a externalizarlo para que los regulados tengan secuestrados a los reguladores como ocurre en otros sectores de la economía?

Los Estados dejaron pasar el momento de lucha contra el cambio climático para permitir la maximización de beneficios empresariales. Es una tragedia. Sería la farsa del mal gobernante dejar pasar la ocasión de regular un uso de la inteligencia artificial para que quede como un instrumento al servicio de la sociedad. Y desde luego será el desastre de la ciudadanía como actor político.

La Unión Europea, tarde como habitualmente, ha dado los pasos para el establecimiento de límites a la utilización de la Inteligencia Artificial. Tarde, esperemos que no sea demasiado tarde.