Las declaraciones impactantes de Rocío Carrasco sobre los malos tratos físicos y sicológicos a los que fue sometido por su antigua pareja David Flores fueron la puerta para que, como si no hubiera un mañana, aparecieran especialistas jurídicos debajo de las piedras, que opinaban sobre las consecuencias que tenía el comportamiento descrito por la Sra. Carrasco.

Es un ejemplo de una tendencia que se podría denominar el componente asambleario del Derecho. Resulta fascinante ver como en organizaciones, grupos de amigos, programas de televisión o el propio parlamento, cualquiera coge la norma y opina. Leer saben, interpretar no.

Es fascinante ver a ingenieros, físicos o matemáticos con normas que han ido recogiendo con la precisión del microcirujano opinar sobre la solución a un problema jurídico sin saber siquiera cuál tiene mayor valor en la escala normativa; lo que no les impide opinar como si fuera un gran experto jurídico. Algo que contrasta con la consideración de aburrida que tienen los estudios jurídicos y que hace que la gente estudie otras cosas.

Es paradójico que no se pueda opinar sobre telecomunicaciones, finanzas, contabilidad analítica o sistemas informáticos (porque constituyen un arcano) y, en cambio, todo el mundo se crea que puede opinar sobre derecho.

Todos ellos son manifestaciones de cuñadismo en el ámbito de lo jurídico, que se acepta por afecto cuando se producen en ámbitos privados, de amistad o familia. Aunque en muchas ocasiones cansen porque su falta de entendimiento hace que haya que explicar casi todo. Y que suelen plantear dificultades de entendimiento de lo que está ocurriendo.

El problema son las organizaciones. Aquí sí es un problema el asamblearismo jurídico. Organizativo, de eficacia, de eficiencia y de ambiente de trabajo.

Un problema porque el hecho de que cualquiera opine sobre las consecuencias de un hecho o cuál es la solución jurídica a un comportamiento provoca numerosas disfunciones. Y el cuñado jurídico no se da cuenta del impacto que tiene.

La realidad es que normalmente el participante en la asamblea jurídica suele soltar de forma rápida generando una expectativa por la acumulación de artículos, desordenada y sin ponderación jurídica. Intentando en ocasiones forzar interpretaciones que son disparatadas…

Un problema que provoca, de entrada, la apertura de falsas expectativas en el auditorio. Unas falsas expectativas que, en ocasiones, lo que pretenden es encubrir problemas que se han generado en determinados departamentos.

Todo ello conduce a una modalidad de desgobierno, una modalidad de la organización del desgobierno a que hacía referencia Alejandro Nieto. La estructura de las organizaciones tiene que tener residenciado en un único punto cuál es el criterio jurídico … exactamente igual que ocurre con los departamentos de finanzas, de operaciones, de auditoría y control o de recursos humanos.

Normalmente el asambleario jurídico tiene un elemento que suele ser fuente de distorsión: la persona que ha concluido estudios jurídicos. No basta con haber estudiado derecho. Esto es condición necesaria pero no suficiente para ser la persona encargada de diseñar la estrategia jurídica y el criterio jurídico de la compañía.

Supone duplicar el trabajo y que el responsable jurídico del grupo deba realizar siempre la labor de lanzar un cubo de agua fría a los clientes internos que se consideran frustrados y desconcertados. Es una manifestación de deslealtad institucional y de desprecio intelectual.

Y el problema también es la opinión pública. No sólo es que los medios de comunicación carecen de especialistas jurídicos que revisen los textos antes de ser publicados, sino que el fenómeno de la tertulia hace que aparezcan especialistas jurídicos debajo de las piedras. 

El derecho tiene, además, un problema de partida, que es el de que no es como las matemáticas, que tiene una solución única. Lo que no significa que cualquier cosa valga. Y por ello, el cuñado jurídico se ha de mantener al margen de la vertiente jurídica de la decisión.

El problema mas grave se suele producir con los vecinos. Hay ocasiones en donde las organizaciones tienen aspectos colindantes a lo jurídico, residenciados en otras direcciones que no son estrictamente jurídicos pero que tienen una gran aplicación jurídica. Aquí el riesgo es especialmente grande, salvo que el debate se canalice en la intimidad de los actores, sin tener a otros agentes de la compañía, que esperan la respuesta, participando de público en una discusión que no son capaces de valorar.

Se dice que un antiguo Presidente del Tribunal Supremo de los Estados Unidos dijo en cierta ocasión que el Tribunal Supremo siempre tiene razón no porque la tuviera, sino porque es el último que habla. En las organizaciones no se puede tener un debate abierto permanentemente y, por ello, la asamblea jurídica, no puede mantenerse si la organización quiere ser competitiva, eficiente y eficaz.