El New York Times se hacía eco ayer del fallecimiento de Paul Volcker a los 92 años de edad. Un economista estadounidense, Funcionario del departamento del Tesoro bajo Kennedy, Johnson y Nixon, que libró una importante batalla por preservar el sistema monetario surgido de Bretton Woods. 

Fue, asimismo, director de la Reserva Federal durante las presidencias de Jimmy Carter y Ronald Reagan, órgano al que estuvo vinculado entre 1975 y 1987 y desde el que luchó contra la inflación pero desde el que también llamó la atención sobre el alto nivel de endeudamiento de EEUU.

Más recientemente, asumió la dirección  del President’s Economic Recovery Advisory Board, organismo creado  por el presidente Barack Obama en respuesta a la crisis financiera de 2008. En definitiva, Una Dilatada y relevante carrera que le llevó a ocupar una posición preeminente en la política económica americana, pero no solo. Sirvan estas líneas para que nos hagamos una idea, siquiera somera, de la importancia del personaje.

Paul Volcker ha jugado un papel de primer orden en la regulación del mercado financiero surgida de la crisis. En el verano de 2009, el Departamento del Tesoro de EEUU publicó un documento titulado Financial Regulation Reform: a new foundation, en el que se recogían los principales cambios que debían acometerse. La transformación del sector se aborda en EEUU de forma global en la conocida «Dodd-Frank Wall Street Reform and Consumer Protection Act», aprobada el 21 de julio de 2010.

La norma supone una transformación profunda del sistema financiero del país en respuesta a los fallos regulatorios que se pusieron de manifiesto durante la crisis en un intento de reducir la probabilidad de que sucedan nuevas crisis financieras y de mitigar los efectos que éstas puedan tener para el conjunto de la economía y, en particular, sobre las cuentas públicas. Esta legislación Incluye, además, algunas iniciativas aisladas (fuera del contexto de las cámaras legislativas) que habían sido planteadas a lo largo de ese último año, como la limitación del tamaño de las entidades o la separación de actividades en la industria bancaria (conocida como «Volcker Rule»).

El objetivo de la Regla Volcker era limitar que las entidades pudieran utilizar la protección que tienen por el hecho de ser entidades de depósito para aumentar el nivel de riesgo en el que incurren con objeto de obtener mayor rentabilidad para sus gestores y accionistas. Para evitar estas prácticas, se establece que las entidades bancarias no puedan realizar operaciones por cuenta propia (propietary trading) ni apadrinar hedge funds o fondos de capital-riesgo. En definitiva, la conocida como regla Volcker volvía a introducir la separación de las actividades de banca comercial y banca de inversión. Una norma que no era desconocida en el ámbito financiero norteamericano pues ya se introdujo en 1933 tras el crack de 1929, si bien su  régimen se fue flexibilizando en la época de bonanza para acabar eliminándose a finales del siglo XX.

La regla Volcker generó intensos debates en parte por la complejidad de la misma, algo muy criticado de uno y otro lado del Atlántico. Sea como fuere lo cierto es que modificó sustancialmente el régimen del mercado financiero americano pero no solo.

Como quiera que afectaba a las entidades de terceros países que operaban en territorio americano, europa puso en marcha diversas iniciativas tendentes a prohibir esas actividades en sus entidades bancarias con el fin de hacer de éstas unas entidades más seguras, menos interconectadas en lo que a las actividades financieras de riesgo se refiere para así, minimizar, teóricamente el coste de los contribuyentes. En definitiva, la separación se entendía como un mecanismo que permitía mejorar la supervisión pública y la disciplina de mercado para, en último término, asegurar la estabilidad financiera. Todo ello se hizo sin tener en cuenta que aunque en Europa se había rescatado o ayudado a muchas entidades, las crisis de las entidades bancarias europeas y, en concreto, de las españolas poco o nada tuvo que ver con la negociación por cuenta propia o las actividades de inversión.

La regla Volcker sigue en vigor si bien, recientemente, dos reguladores estadounidenses (la Oficina del Controlador de la Moneda y la Corporación federal de Seguro de Depósitos -Federal Deposit Insurance Corporation (FDIC)-)  decidieron flexibilizar esta regulación de trading impuesta a los bancos. Este plan Volcker 2.0 supone una simplificación razonable del régimen hasta ahora existente al mismo tiempo que procura preservar la seguridad y la solidez del sistema bancario.

Ni Volcker en 2010 ni los reguladores hoy se han preocupado por un efecto “colateral” de la Regla Volcker: la migración de las actividades percibidas como peligrosas a otras partes del sector bancario, en concreto, del shadow banking y sus implicaciones para el sistema financiero.

Sea como fuere, lo cierto es que EEUU ha perdido un referente en el ámbito financiero cuya labor ha trascendido, con creces, dicho espacio geográfico condicionando la regulación europea del mercado financiero.