En los últimos años, la innovación en las asesorías jurídicas de empresa se ha traducido principalmente en el uso de herramientas de automatización de contratos y en la utilización de programas de analítica jurisprudencial con “machine learning”, que aportan gran valor a la hora de construir un criterio jurídico ajustado al caso concreto.
La transformación digital del trabajo del abogado es un hecho, a pesar de que, a día de hoy, la mayoría de las asesorías jurídicas aún se limitan a hablar de ello. A priori, en una profesión tan tradicional parece complicado ver las enormes posibilidades que se abren en una nueva manera de hacer del abogado que, teniendo resueltas las tareas más rutinarias y mecanizadas, cuenta con la oportunidad de aportar un valor mucho más cualitativo a las organizaciones. Merece la pena detenerse a analizar algunas de las razones y propósitos que debería incluir esa nueva “manera de hacer” del abogado de empresa.
Quizás la razón más importante, que impone una nueva manera de entender la relación entre el abogado y el cliente interno, viene determinada por los cambios socioeconómicos de los últimos años, con especial mención a la globalización. Enfrentarse a un mundo globalizado obliga, sin solución de continuidad, a transformar, remodelar y crear nuevos productos y servicios que permitan, a corto plazo, el desarrollo sostenible de las empresas.
La necesidad de innovación constante necesita de abogados capaces de adaptarse a los nuevos requerimientos de un cliente que, moviéndose en terrenos regulatorios novedosos (piénsese en toda la normativa en constante desarrollo sobre derechos digitales, propiedad intelectual o protección de datos), necesita saber que aquello que se pretende hacer, es posible de realizar con todas las garantías que las normas pueden ofrecerle.
Es importante tener en cuenta que la seguridad jurídica con la que debe contar el cliente interno no puede esperar a que éste termine de desarrollar un proyecto o una idea. El asesoramiento jurídico tradicional, a la espera de las consultas que, en el mejor de los casos, sea capaz de cuestionar el cliente tras elaborar un nuevo planteamiento de negocio, queda obsoleto.
En dinámicas de empresa donde se impone la innovación, diversificación e internacionalización, sólo un asesoramiento jurídico acompasado permite al abogado reconducir las cosas en ese determinado momento donde hay que plantear impedimentos o riesgos, valorando diferentes soluciones normativas. En este contexto, las asesorías jurídicas de empresa, tradicionalmente etiquetadas como “departamentos de gasto” se convierten en departamentos tan estratégicos como el más estratégico de la Compañía.
El acompañamiento al cliente interno debe afrontarse de forma especialmente cuidadosa. No se trabaja para el cliente, sino CON el cliente. Este nuevo enfoque requiere de nuevas competencias y habilidades por parte de los abogados. Ya no tiene cabida ese ejercicio pasivo de la profesión en el que se combina estudio y espera a partes iguales.
La mayor dificultad para el abogado reside, por tanto, en ser capaz de entender al cliente de tal manera que, en un escenario complicado, pueda posibilitar alternativas válidas que no mermen la capacidad generadora de negocio del cliente. El abogado, en línea con la proactividad que se demanda, además del estudio normativo constante, debe cuidar el desarrollo en habilidades de exploración, análisis, comunicación, gestión y resolución de conflictos, entre otras, que resultan indispensables para poner en valor todo su conocimiento y experiencia en beneficio de la organización a la que pertenece.
Un ejemplo de éxito en cómo construir esa sinergia entre abogado y cliente interno es el “Innovation Team” de la S.E Correos y Telégrafos, S.A, S.M.E impulsado por la Subdirección de Innovación de la Compañía. El “Innovation Team” se renueva cada año y está formado por miembros de las diferentes áreas de la empresa con el fin de innovar, no sólo en nuevos productos y servicios, sino también en la ideación de nuevos modelos de negocio y/o líneas estratégicas que permitan adaptar su oferta a las nuevas necesidades demandadas por el usuario. El aprendizaje transversal resulta “mágico”, tanto para la comprensión de las necesidades del cliente interno por parte del abogado, como para el cliente interno, que percibe al abogado como un verdadero aliado.