Paris, Detroit, Praga, Varsovia, Mexico, Madrid entre otras muchas son ciudades vinculadas a 1968. El año de la revolución global, el primer paso en la “aldea global” de Marshall Mcluhan. Solo 1848, cuando la revolución se extendió por Europa, puede ser parecido. Más cercano, 2011, el año de la indignación contra la desigual salida de la crisis económica de 2008; aunque con un alcance mucho menor.
1968 solo fue posible por una suma de coincidencias.
De entrada, la oposición a la guerra de Vietnam. Una contienda no demasiado diferente a otras vinculadas a situaciones coloniales pero que exacerbó a la opinión pública por la intensidad que puso una de las dos superpotencias en acabar con la resistencia del Vietcong. Una intensidad que provocó que fuera en los propios Estados Unidos donde se iniciaron las protestas, ya sea en recintos universitarios ya sea en la calle. Vietnam solo tuvo un ejemplo posterior, que fue la oposición global a la invasión de Iraq, impulsada por el cuarteto nefasto de las Azores, el que compusieron Bush, Blair, Aznar y Barroso.
En segundo lugar, la lucha por los derechos civiles; lo que en aquel momento era muy moderno. Una lucha que se acostumbra a vincular con la que desarrollaron los negros en los Estados Unidos. Pero fue también 1968 cuando la lucha por los derechos de la mujer alcanzó un grado de madurez suficiente para la articulación de un discurso, el discurso feminista. Es lo que une a personas tan distintas como Simone de Beauvoir y Martin Luther King.
Y fue, en tercer lugar, el momento de la lucha contra el autoritarismo. Es lo que une a L’Etat c’Est moi, que ejemplifica el mayo francés contra el General de Gaulle o las revolución de la primavera de Praga para crear el socialismo con rostro humano y que también tenía su continuación en Polonia. Acabar con la primavera de Praga constituyó el comienzo del fin de la Unión Soviética. Y es lo que explica las revueltas en la Ciudad Universitaria de Madrid contra la dictadura de Franco. En definitiva, se luchó contra el poder que se consideraba injusto, ya fuera de corte estalinista, capitalista o fascista.
1968 que fue, además, el año en que se descubrió el peso de la imagen y los medios en el discurso político. Mohamed Ali y King eran especialistas en estas lides de hacer un discurso corto, con mensaje directo e impactarte. Como es la imagen de los dos corredores estadounidenses con el puño en alto en los Juegos Olímpicos de Mexico.
1968 dio un peso muy considerable a los medios que, desde este año, estuvieron en condiciones de retransmitir en directo cualquier evento. Los satélites y los avances en la grabación en vídeos con una gran reducción de costes permitieron globalizar la información. Era cuestión de lo que los medios quisieran retransmitir; algo que aún hoy se mantiene. Obviamente, en los sistemas dictatoriales – como el de la España franquista- hay un problema añadido.