Los Estados Unidos y la Unión Europea han hecho público un “resumen” del Joint Statement on a United States-European Union framework on an agreement on reciprocal, fair and balanced trade al que llegaron en el contexto del alza arancelaria impuesta por el Presidente Trump a ciertos productos europeos.
Es, en definitiva, el acuerdo que refleja las contraprestaciones europeas para que el alza de los aranceles se quede en el 15%.
¿Qué se conoce de este acuerdo?
La nota de prensa conjunta refleja que este acuerdo es más que un acuerdo arancelario e incide en aspectos relevantes de la regulación, sobre todo de la que se puede promulgar desde la Unión Europea. En este sentido, se rebaja la capacidad regulatoria de la Unión y se intuye una rebaja de la regulación aplicable a algunos productos de los Estados Unidos.
A la espera del texto final, el acuerdo resulta descompensado, no pondera cuál es el balance comercial en el ámbito de los servicios y tiene aspectos que por la forma o por el ámbito quedan en el aire.
¿Donde se encuentran los principales problemas para los europeos?
De entrada, en la reducción de trabas a la entrada de ciertos productos alimenticios como vegetales, carne, alimentos procesados o lácteos. Este tipo de productos han estado limitasen Europa como consecuencia o bien de los conservantes y fertilizantes que se utilizan en Estados Unidos o como consecuencia de los productos que se inyectan a los animales para su engorde; nocivos para la salud.
Desde esta perspectiva, hay una reducción del principio de precaución, perjudicial para el consumidor europeo. De hecho, se hace un llamamiento a la uniformidad en los certificados sanitarios.
En segundo lugar, se introduce un mecanismo de cooperación regulatoria para la reducción de las barreras no arancelarias,especialmente de estándares teóricos.
En tercer lugar, Europa evitará la aplicación de las Directivas Corporate Sustainability Due Diligence Directive (CSDDD) y Corporate Sustainability Reporting Directive (CSRD), de tal manera que no supongan un freno al mercado transatlántico; especialmente en relación con los títulos habilitantes o el sistema de responsabilidad civil.
En cuarto lugar, Europa aceptará un procedimiento de comunicación previa a los operadores estadounidenses con anterioridad a la regulación en digitalización. De igual modo, se legislará conjuntamente en relación con propiedad intelectual.
En quinto lugar, las grandes compañías americanas de entretenimiento (Netflix, Prime, HBO,Disney o Apple) han garantizado que no se les va a cobrar por el uso de las infraestructuras de telecomunicaciones para la transferencia de sus programas, como se venía proponiendo desde los operadores europeos de telecomunicaciones.
Y, en sexto lugar, los Estados europeos incrementarán las compras de material armamentistico en los Estados Unidos.
Hay un apartado complementario extraño, que quiere favorecer a los Estados Unidos, de adquisición De Fuentes de energía en aquel país. Es extraño porque ni la Union Europea ni los Estados adquieren estos productos. Se pretende, en consecuencia, que sean las empresas. Es, en todo caso, un aspecto que va en contra de la posición europea sobre la energía no contaminante.
¿Qué valoración inicial se puede hacer?
Solo se puede señalar que se trata de un acuerdo descompensado, hecho con miedo después de las cesiones de la Presidenta von der Leyen en su reunión con Trump. Otros ejemplos se han visto en los últimos meses de cómo se puede defender la posición de un país (pienso en China y en Brasil).
Posiblemente, alguien estará recordando el fracasado TTIP. Ciertamente la posición negociadora europea, que fue de mantenimiento de principios básicos europeos, no se ha visto replicada en la actualidad.
La debilidad de Ursula von der Leyen y su estado de schock ante el embate de Trump se ha visto reflejada en las pocas concesiones estadounidenses y en que el acuerdo siga la narrativa de Trump. Es un acuerdo de cesión europea por el miedo a Trump, que ha obtenido mucho a cambio de muy poco. Las urgencias impuestas por Trump, después del alza unilateral de aranceles, forma parte de la estrategia, que recuerda a las que ya se vivieron en el pasado con otros ejemplos de capitalismo del schock.
El recuerdo del TTIP se nota en que esto es bastante más que un acuerdo de aranceles. Es regulatorio e incorpora medidas de regulación conjunta que reducen la protección de la ciudadanía europea. Se coincide también en el oscurantismo de la negociación y el momento estival empleado para que la oposición de la ciudadanía europea, clave en la caída del TTIP no se repita.
En todo caso, habrá que esperar al texto definitivo para terminar de hacer la valoración.