La relación del votante con los partidos políticos es muy compleja. Hay que hacer un esfuerzo de seducción durante cuatro años en donde no se pueden cometer errores, hay que presentar unas propuestas ilusionantes y hay que hablar un lenguaje que sea comprensible para que en un día cualquiera, el de las elecciones, ese votante haga dos cosas: vaya a votar y lo haga a ti. Se depende de una decisión voluntaria, que se activa en el último momento. Por ello, o se hace muy bien, o el resultado te lleva al rincón de pensar.
Es cierto que Juan Manuel Moreno Bonilla ha hecho muy bien una cosa: elegir la fecha de las elecciones para que solo el votante militante lo haga. El resultado está claro: su base electoral, los votantes que nunca fallan, es mucho más comprometida y va a la playa después de votar o lo hace por correo. Hacer unas elecciones en medio del puente del Corpus tiene este efecto disuasorio del votante no comprometido y a el le interesaba que la gente no fuera a votar. Un hecho en el que ha contribuido que los medios de comunicación dijeran que estaba todo hecho. Pero no resulta suficiente para explicar un descalabro de la izquierda que no tiene parangón: hasta en Sevilla ha ganado el PP.
El PSOE ha tardado lo indecible en sustituir a Susana Díaz. 3 años. Tanto que sus penosos resultados de hace cuatro años son mejores que los actuales. El candidato Espadas no ha sabido movilizar al electorado, posiblemente porque no fuera conocido, y porque sus condiciones no son las mejores para generar una ola de entusiasmo. La procrastinación ha tenido un precio elevado que se ha extendido al Gobierno que se ha expuesto en demasía cuando se sabía que había poco partido, precisamente porque durante cuatro años no se hizo el trabajo adecuado.
Pero, además, la incapacidad que tiene el Gobierno para explicar lo mucho que hace bien, su gran habilidad para que sus disensiones se televisen y su talento extraordinario para meterse en charcos (que aunque sean puntuales, como el del Sáhara o traer la cumbre de la OTAN a Madrid o la negativa al impuesto de grandes fortunas) tienen el efecto de una bomba de racimo porque afectan a la base sociológica de la izquierda, se paga. La seducción se rompe y recuperar la confianza es muy duro. Y aquí no vale repetir lo de la corrupción porque el votante del PP lo tiene amortizado y ni mantiene votos ni permite captar otros nuevos.
Las izquierdas a la izquierda del PSOE tienen mucho que analizar, lo que han de hacer con urgencia. No puede ser que la lista se conforme el último día a ultima hora, con errores manifiestos,, sin incluir a todos -dispersando el voto-, y después de estar cuatro años potenciando las pequeñas diferencias entre ellos y no siendo capaces de poner en valor lo mucho que les une, mas allá de quien es el prevalente. La enfermedad infantil del izquierdismo, que decía Lenin, hizo que Carmena no repitiera en la Alcaldía de Madrid, y provocó que en Andalucía se hayan dado un batacazo inconmensurable. Por cierto, una regla básica es que dos listas electorales tienen menos escaños que una unida. A ver si lo aprendemos. O, si quieren algo más cercano, aprendan cómo se cierra una crisis como la que tenía el PP antes de Feijoo.
Sánchez y Díaz tienen mucho trabajo. Además de gobernar, tienen que dejar de perder el tiempo y articular unas maquinarias electorales cuanto antes que permitan a la ciudadanía seguir disfrutando de los efectos favorables de su buena gestión. Y lo que hay que hacer es salirse de la agenda mediática de la derecha e imponer la propia. A ver si leemos un poco, aunque sea el libro de Lakoff sobre los marcos conceptuales.
Voy a poner un ejemplo: si, como constaté en otro post, en España se pagan pocos impuestos por comparación con la media de la Unión Europea ¿cómo ha dejado el Gobierno que se esté hablando del plan de Feijoo para rebajar los impuestos (preponderantemente a las rentas más altas? ¿O como queda sin respuesta la mini reducción de Ayuso (que no supo explicar)? No hay armas dialécticas en este Gobierno para que sea el Gobierno quien marca la agenda pública?
País Vasco, Galicia, Castilla-León y ahora Andalucía son demasiados fracasos para seguir mirando para otro lado. Es cierto que es complicado cuando la mayor parte de los medios de comunicación miran a la derecha y difunden falsedades que repetidas mil veces se transforman en realidad.
Nadie ha dicho que estar en el Gobierno sea sencillo. Pero, es aún peor estar en la oposición. No hay más que ver lo que ocurre en la Comunidad de Madrid desde 1995. Y las elecciones generales están a la vuelta de la esquina.